Soda Stereo: a fuego lento (Parte II)

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Génesis de un amor a fuego lento

Recuerdo bien cuál fue la primera canción que conocí de Soda Stereo: «Picnic en el 4° B», incluido en mi primer disco de rock, Llena tu cabeza de rock en español, de 1988, cuando yo tenía 9 años. Era una compilación en medio del estallido del rock en español en Latinoamérica, en ella Soda abría el lado A. Esta canción no causó una fuerte impresión en mí, como para querer conocer o poseer más música de ellos, pero sí lo suficiente para tenerla presente como punto de partida después de tantos años.

Fotos Vinilo Original. Colección personal

Saltemos hasta 1994, cuando Lisardo, el hermano mayor de El Mono, compró un CD: Soda: Lo mejor de los mejores, una compilación hecha sólo para Colombia por BMG. Con una carátula barata, poco atractiva, y una pepitoria de canciones con un orden que entonces no le veía sentido se convirtió en uno de los primeros casetes de rock en español que grabé desde CD.

De todos los temas incluidos, el que más recuerdo es «Camaleón», una de las canciones más atípicas de la banda, incluso hoy, que luego encontraría que pertenece al álbum Dynamo.

«Cameleón», original del álbum Dynamo de 1992. Como dato curioso, Gustavo toca el bajo acá y Zeta la guitarra. Único tema en la historia de Soda con esa novedad.

Con ese impulso de interés llegué al concierto del 29 de noviembre de 1996 del que ya les hablé. El año siguiente no pasó en vano. Ver a Soda en vivo causó una curiosidad en mi lo suficiente alta como para comprar Comfort y música para volar, así como el CD doble recopilatorio Chau, editado luego de que anunciaran el fin de la banda. Poco a poco comenzaba a tomarles más gusto.

Ya para ese año, 1997, vivía en Medellín con mis abuelos mientras estudiaba en la universidad. Tenía la fortuna de que tenían una suscripción a televisión por cable (Veracruz Telecable), todo un lujo para la época. Dentro de los canales disponibles se encontraba HBO Olé, con el cual la banda había realizado un acuerdo para transmitir El último concierto, con el cual la banda se despidió. Fue todo un acontecimiento. El Mono estaba ansioso por que yo grabara ese evento. Así fue, lo grabé con mi VHS Panasonic, de él extrajimos una copia usando su propio reproductor VHS, toda tarea de ingeniería adolescente conectar ambos aparatos para lograr tal cometido. Todo un éxtasis, imagínense la alegría de poder tener registro de ese material mucho antes de las llegadas de los DVD a Colombia, de la Internet o, mucho menos, de YouTube. Esa expectativa lograba darle más valor a los objetivos conseguidos. Cabe anotar que la versión transmitida por HBO Olé, corresponde solo al último concierto como tal, es decir, al que la banda brindó el 20 de septiembre de ese año en Buenos Aires. Además, contiene escenas y ángulos diferentes a los que salieron editados en el DVD, que contenía versiones de las canciones interpretadas en otras ciudades, por lo que, aún no, sigue siendo una gema en mi colección.

Foto del casete de VHS Original. Un poco perdido yo, dizque «estadio de la bombera» en vez de «Bombonera». Aparte del error de escritura, no sé de dónde saqué que había sido en ese estadio cuando en realidad fue en el de River Plate.

Tiempo después, conseguí el disco Dynamo, de 1992. Un álbum incomprendido, adelantado a su época. Me voló la cabeza. Había conseguido la versión original argentina. Por su parte, el Mono iba completando su colección de la banda en una colaboración no consensuada con su hermano; cada cual aportaba su parte. Lisardo había también había comprado su copia del álbum en cuestión algún tiempo atrás. El Mono, en medio de su uso incesante, averió dicha copia. Me pidió que le vendiera mi Dynamo; lo pensé por un momento, pero accedí a ayudarle, ya que conseguir una copia de repuesto por su lado le tomaría días. Y, así, se la repuso sin que Lisardo se diera por enterado (?). Han pasado más de dos décadas por lo que este crimen ya prescribió ja, ja, ja. Como dato adicional, yo no pude reemplazar mi copia, no la logré conseguir ni por encargo en su momento, por lo que desistí. Luego pasé a mp3 los CD de El Mono (y Lisardo), por lo que se aplacó mi urgencia de poseer las copias físicas de la banda.

Con el tiempo conseguí también Sueño Stereo. Yo había madurado más, mi gusto había trascendido. No todo debía ser rock pesado. Solo así ese álbum permeó mi gusto y mi vida. Ya no lo noté soso. Es el álbum con el mejor sonido de la banda; un epílogo reafirmante, su último trabajo de estudio les permitía marcharse en una nota muy alta.

Comparto esta canción de Sueño Stereo, simplemente, porque es una de las favoritas de mi esposa.

Algo similar me sucedió con Canción Animal, el siguiente álbum que conseguí de ellos. Es mi favorito. En el contexto de 1990, es un disco parteaguas, crudo, nadie había sonado así antes, por lo menos o español. No me llamaba mucho la atención la carátula, la creí muy simple y sin inspiración. Claro, resulta que la versión que yo había comprado era la censurada, no aquella icónica naranjada con las imágenes de dos leones copulando. Tarde años en conocer la realidad. Ese disco contiene mi canción favorita de Soda, «Hombre al agua»; todavía se me eriza la piel cada vez que me ensimismo al escucharla.

Portada censurada de Canción Animal vs la original. Colección personal

Cuando Soda regresó, pero yo no

2007, año de la gira Me Veras Volver, la anhelada reunión de Soda Stereo después de 10 años. Visitaron Colombia para presentarse en el Parque Metropolitano Simón Bolívar en Bogotá, el 24 de noviembre. Yo andaba absorbido en un empleo en el aeropuerto que consumía mis horas de domingo a domingo. Era inviable, desde mi letargo laboral, el buscar la forma de asistir. Ahora le grito a mi yo de 28 años: ¡tenés que ir! El Mono sí asistió, así como lo hizo cada vez que Cerati se presentó en Medellín y yo, por el contrario, no me animé a acompañarlo, pues, simplemente, no se trataba de Soda y no me llamaba la atención. Julio, tonto, ¡toma otro coscorrón!

El Mono me contó lo extenso que fue el repertorio, así como también lo sorpresiva que fue la puesta en escena, a la altura de cualquier banda de éxito mundial. Le impactó especialmente el montaje de estructuras circulares de luces sobre el escenario; un trío, una por cada miembro de Soda, las cuales se movían y cambiaban de intensidad a lo largo de la presentación. Para ese entonces sólo restaba imaginármelo y comenzar a sentir arrepentimiento. Guardaba el consuelo de que se volvieran a reunir más adelante y, entonces, ahí sí asistir como fuera. Procedo de nuevo a viajar en el tiempo y pegarme un coscorrón más, uno más fuerte.

Dos años después, adquirí el DVD doble de la gira MVV. Pude comprobar la puesta en escena que El Mono me narró; pude comprobar que, así fuera a través de la pantalla del televisor, la puesta de luces era como de otro planeta. Más que nada, pude comprobar que Soda había regresado recargada, revitalizada, sonaban mejor que nunca. Si eso se palpaba de manera digital tan solo me restaba imaginarme cómo habría haber presenciado esto en vivo. Arrepentimiento. Este sería mi segundo viaje hedonista en la máquina del tiempo. Me enamoré más de la banda, descubrí canciones que interpretaron de los primeros álbumes que ni siquiera conocía, especialmente, «Imágenes retro», ahora una de mis favoritas.

«Imágenes retro», Soda Stereo, Me verás volver, 2007

Los vestigios de una hoguera

Después de cuatro libros leídos, numerosas entrevistas y pódcasts sobre Soda Stereo, reafirmo mi amor perenne y autovigorizador, de combustión lenta, demasiado lenta, por esta banda. No solo por ellos, sino por el mismo Gustavo Cerati y toda carrera como solista, la cual en un principio abordé con algo de desdén pero que, en años recientes, he aprendido a apreciar casi a la par que el legado con su banda.

Por eso me remonto al 19 de noviembre de 2019, fecha en la que por única vez en cines de Medellín se podría apreciar la apertura de la gira de su trabajo final Fuerza Natural, filmada en Monterrey, México, diez años antes. Mi esposa, El Mono y yo acudimos junto con otros amigos a este evento. Hasta antes de ese día, no le había prestado atención adecuada a este álbum, identificaba sólo dos canciones: «Déjà vu» y «Rapto». El resto de los temas los tenía en mi PC, pero no les había prestado atención. Sin embargo, asistí con los oídos abiertos, como quien va a un concierto sin tener certeza con qué se topará. Se dividió en dos actos: en el primero interpretó con su banda todo Fuerza natural, en el mismo orden del disco, y, en la segunda parte, una compilación de sus éxitos. La energía en el cine era casi como de un concierto en vivo, con la gente gritando, vitoreando y aplaudiendo, casi poniéndonos de pie. Aprecié más al Cerati solista, aprecié más su último trabajo de despedida de este mundo terrenal. Partimos del cine sonriendo. Mi esposa experimentó sensaciones similares. El Mono por su parte, (no le pregunté), de seguro revivió experiencias pasadas, ya que pudo presenciar ese mismo repertorio en concierto el 11 de mayo de 2010 en Medellín, el antepenúltimo de la vida de Gustavo; cuatro días después sufriría el accidente cerebro vascular en Venezuela del que todos tenemos conocimiento y del que nunca despertaría.

«Cactus» nos voló la cabeza. La sublimidad de esta canción no tiene descripción.

Como una paradoja, tanto Soda como Gustavo continúan despertando en mí un amor y una apreciación insondables. Aún hoy, después de tantos años, encuentro interés y pasión en canciones que antes las veía como del montón o de relleno. Ni yo descifro todavía con certeza el porqué de esa lentitud; no importa, pero me gusta, porque, a pesar de que hace años tanto Soda como Gustavo dejaron de existir, me enfrento a la adrenalina de la novedad y del descubrimiento, desmenuzando estas canciones, así como también aquellas que he escuchado hasta el hartazgo, completando, a su vez, mi colección física de su discografía. Se siente como un juego, en el cual voy descubriendo nuevas pistas y tesoros que parecen no tener fin. No asistí a más conciertos de ellos, pero queda su legado, ese arrepentimiento y remordimiento solo queda enfrentarlos con la pasión por su música.

Bonus track

Acá les dejo una lista de La Bitácora de Argo con lo mejor de Soda Stereo:

También les dejo otra adicional con aquellos temas no tan conocidos, hecha para aquellos fanáticos recalcitrantes:

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