
Las historias de canciones que debieron haber sido éxitos son incontables. De hecho, varias de las paradas anteriores han tenido que ver con este tema. Sin embargo, ¿qué hay de aquellas canciones cuyos creadores ni siquiera le vieron el potencial? Eso es aún más difícil de contabilizar, muchas de ellas no alcanzan a ver la luz en ninguna forma, se quedan en ideas en las libretas de sus compositores, o en grabaciones caseras engavetadas.
La banda termina de interpretar una canción. Realiza una pequeña pausa para interactuar con los asistentes y afinar sus instrumentos. Pocos la conocemos, pero asisto con mi familia al concierto motivados por lo poco que hemos indagado sobre ellos en días previos. Se llama Delio. No, no es el nombre de su líder, Daniel Gutiérrez, es el nombre de su abuelo. Es una banda de Medellín, con canciones de letras introspectivas y poéticas; su música la podríamos definir como alternativa, dadas sus fusiones de pop, rock, folk, tropical, flamenco…
La banda llegó a mis oídos gracias al algoritmo de Spotify, ese que hace de las suyas cuando pones a sonar una canción o un álbum y luego toma las riendas para reproducir lo que se le da la gana, eso sí, tomando en cuenta tus gustos.
Al escuchar «El nacimiento del sol» detuve mis quehaceres caseros para prestar atención, buscar quién la interpretaba y agregarla a mi lista de favoritos. Poco hallé sobre ellos. No obstante, al enterarme de que se presentaría en mi ciudad, en Rionegro, en Texturas y Armonías, donde nuestra niña estudiaba música, supe que no nos podíamos perder el evento.
Como previa, realicé un poco más de investigación sobre la banda. Escuché su catálogo en Spotify, compuesto hasta ese momento por unos cuantos sencillos y un EP de 2023. Quise contrastarlo con su perfil de YouTube. Había varias discrepancias, pero esta canción se destacó:
La amé de inmediato por su melodía pegajosa. Luego me identifiqué con su letra (a veces puedo ser un romántico empedernido), en especial con esa parte que citaba el título: «Y no importa la ocasión para un beso en la cocina». Ahora cada vez que beso a mi esposa en la cocina pienso en esta canción.
Hurgué de nuevo en su perfil de Spotify para agregarla, pero no la encontré. «¿Será un cover?», me pregunté. Tenía que serlo. No, ninguna coincidencia en ningún lado. La descripción del video da entender que es una composición propia al incluir la letra. Había un enlace a Spotify. Fue una alegría pasajera, llevaba al perfil de Daniel Gutiérrez, pero uno diferente, un intérprete de música cristiana. ¿Por qué? Ni idea, pero no tenía nada que ver, aparte de la coincidencia en el nombre. Así, con toda esa información y confusión asistí junto a mi esposa, a mi niña y a mi cuñada al concierto.
Uno que otro asistente comienza a gritar peticiones tímidas. No me puedo quedar atrás: «¡Un beso en la cocina!» grito, empujado por mi esposa, a quien ya le había compartido mis sentimientos sobre la canción. Daniel afina su guitarra; al escuchar mi grito, despide un gesto de sorpresa, como si le acabara de desbloquear recuerdos soterrados. Manifiesta no tenerla preparada, ni recuerda su letra. El resto de la banda actual ni la conoce. Le murmura a su bajista que es una canción que había publicado en YouTube hace un tiempo. Yo también me sorprendo con su respuesta.
Al cabo del concierto, me acerco a Daniel, lo felicito, nos tomamos una selfie y le insisto sobre «Un beso en la cocina». Me manifiesta que es una canción que compuso hace mucho tiempo. La ha dejado a un lado. El video que yo vi fue cuestión de una sesión que había grabado con un amigo años atrás. Nada más. Me sorprendo de nuevo. Por un segundo hasta llego a sentir pena por la canción. ¿Las canciones, las creaciones, sienten? En ese momento lo percibo así. Su propio creador la dejó archivada un cajón del olvido, obvió su potencial. «Prestale atención —le insto—. Esa canción lo tiene todo para ser un éxito. Si suena así de bien, en acústico, imaginate como sonaría con el resto de la banda». No sé si es por cortesía, pero se compromete a visitarla de nuevo y considerarla para el nuevo álbum en el que se encuentran trabajando.

Ha pasado ya un tiempo. Aún desconozco si mi petición en realidad tuvo algún eco en Daniel, pero quise usar este medio para exponer esta experiencia. Juzguen ustedes, argonautas. ¿Exagero? Al fin y al cabo, la apreciación del arte es subjetiva, pero me niego a aceptar que esta canción quede relegada a un video en un YouTube, con unas cuantas vistas y unos pocos comentarios. Ojalá encuentre un nuevo soplo de vida, ya sea con su creador y su banda, o ya sea con otro artista al que le sea cedida y le pueda brindar su lugar merecido.
Daniel, que esta reprimenda final sirva como vehículo para que tu canción tenga un renacer junto a Delio.
Bonus track
Acá está el perfil de Spotify de Delio para que se sumerjan en sus excelsas canciones. No pierdo la esperanza de ver algún día a «Un beso en la cocina» ahí.
Capitan, me imagino que quedó de tarea enviarle esta parada a Delio ( homenaje de promesa ).
No lo conocía y es lo magno de este espacio de musiteca administrado por Jules, el musitecologo.
Loable tu labor mano
Fue muy impactante, cómo un artista que ama lo que hace, pueda llegar a olvidar una de sus obras, y más una obra que puede llegar a despertar tantos sentimientos positivos en los que contémplanos de ellas 😥. Por lo que estoy totalmente con lo que resalta con esta parada el capitán 😞